Salud y bienestar

Cambios psicológicos en la adolescencia

Cuando miramos a nuestros hijos adolescentes, decimos muchas veces frases como: “La vida pasa tan rápido”, “Se me creció en un abrir y cerrar de ojos”, “Pero si ayer era un niño”.

Es cierto: no nos dimos cuenta en qué momento nuestros bebés se convirtieron en nuestros adolescentes.

Como padres, este proceso nos tomó por sorpresa. Pero a nuestros hijos también. La velocidad con la que percibimos sus cambios es la misma con la que ellos experimentan transformaciones físicas, sociales y psicológicas.

Estas son algunas recomendaciones para acompañar a nuestros adolescentes en esta maravillosa etapa de cambios.

1. Los estados de ánimo de los adolescentes pueden variar en cortos periodos de tiempo. Es común que los veamos alegres y entusiastas; y de un momento a otro pasen a estar tristes, aburridos y sin ganas de hacer nada.

Es vital comunicarnos con ellos de forma asertiva y efectiva. Es decir, respetar sus momentos, tratar de encontrar el tiempo y espacio más adecuado para hablarles y escuchar lo que están sintiendo, pensando y haciendo.

2. Los cambios psicológicos de la adolescencia están acompañados de cambios cognitivos. Ahora no solo piensan en lo que existe, sino también en lo que puede existir.

Es decir, se interesan más por temas abstractos como el amor, la política o la religión, cuestionan aquello que es socialmente aceptado, y desafían las normas y la autoridad. 

Generar debates sanos y reflexiones asertivas les permite a los adolescentes desarrollar su pensamiento crítico y la forma respetuosa de exponer sus puntos de vista.

3. La adolescencia es la etapa del ciclo vital donde el ser humano siente la necesidad de ser más autónomo, de sentirse mayor. 

Por eso, los adolescentes suelen rechazar a las expresiones de cariño en público y a los gestos por parte de los adultos que los hagan sentir infantiles. 

Es importante que estemos observando constantemente a nuestros hijos adolescentes y así podremos reconocer el momento adecuado para llegar a ellos.

4. Vamos a notar en nuestros adolescentes una necesidad de establecer nuevas relaciones con personas de ambos géneros y un deseo de prepararse para la vida amorosa.

Acercarnos a ellos de forma paulatina nos ayudará a conocer cuáles son sus intereses, quién les gusta, si su orientación sexual es diversa, qué prototipo de hombre o mujer buscan, etcétera.

Recordemos, a la hora de conversar con nuestros adolescentes, que la sexualidad no son solo prácticas sexuales, sino todo aquello que está implícito en las relaciones de los seres humanos. 

También es bueno buscar espacios para conocer a las personas con las que se relacionan nuestros adolescentes, y a sus familias.

5. En la adolescencia hay mayor interés por la novedad, y la curiosidad por experimentar aumenta. 

Si establecemos una buena comunicación nuestros hijos podremos conocer sus nuevos intereses, y así intervenir cuando sea necesario. Si la comunicación no existe, el interés por experimentar los puede llevar a tomar decisiones poco saludables.

6. Es muy importante tener claro que hablar con nuestros adolescentes implica abordar sus formas de pensar y de relacionarse, conocer sus expectativas, sueños y metas, comprender sus estados de ánimo y mostrarles alternativas para el manejo de sus emociones. 

Durante la adolescencia nuestros hijos necesitan, más que escuchar, ser escuchados.

Haz retroalimentaciones positivas y asertivas de lo que tus hijos te cuenten: nadie quiere hablar con alguien que solo critica y juzga nuestros pensamientos y decisiones.

Si no estás de acuerdo con lo que piensa o  dice, díselo de la forma más asertiva posible.

7. Recuerda que no hay una adolescencia estándar o única. Cada adolescencia es diferente. 

Pero podríamos decir que los cambios que se atraviesan en la adolescencia están guiados por dos preguntas: “¿Quién soy” y “¿Cuál es mi lugar en el mundo?”

Acompaña muy de cerca a tu hijo para conocer sus cambios, luchas, dilemas y desafíos en su búsqueda de identidad y autonomía.

8. ¿Cómo debe ser mi relación con nuestros hijos adolescentes? 

Ellos necesitan una relación que sea un balance entre los límites o normas y la autonomía o la independencia. 

Es como elevar una cometa: no se puede jalar tan fuerte en términos de restricciones porque se rompe la cuerda. Hay que soltar, permitirles experimentar, explorar y conocer, pero sin soltar la cuerda, porque se nos pierde nuestra amada cometa.

Con estas herramientas, es posible acompañar a nuestros adolescentes en su etapa de transformación. 

Recuerden: el amor es la mejor medicina en cualquier etapa de la vida.

¡Ya lo vemos!

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